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domingo, 26 de enero de 2014

CRÍTICA: MINDSCAPE

El filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, ya advertía que en el mundo postmoderno no hay realidad, sino simulacro de la realidad. El pensador se adelantó a los Hermanos Wachowski que inflaron a la primera entrega del Matrix esta tesis, surgida esta vez en los ecos platonianos. Dicho sustrato se reveló como perfecto condimento para el cine espectáculo y fue pistoletazo de salida de un cine mainstream USA "profundo" donde Nolan alcanzó su cima máxima con la trilogía de Batman y sobretodo en ORIGEN.

No sabemos si de forma involuntaria, pero la ópera prima de Jorge Dorado bebe mucho de todo ese cine. Bajo el amparo de la valiente producción de Jaume Collet Serra y Ombra Films, el director madrileño, nos desafía con una matrioshka mental  (con alguna pero salvable grieta) personificada en sus dos protagonistas.

En un lado del quadrilátero tenemos un rol al que definiriamos como un Simon Baker fusionado con Dom Cobb que encarna ese actorazo british que es Mark Strong. En el otro extremo del ring, está una lolita fatale que parece escrita por Vladimir Nabokov que respira grácias a Taissa Farmiga. Los dos, intérpetres excelentes, arropados por secundarios de la talla de Brian Cox y una factura impecable que brilla en 35 mm. Esto es Mindscape.

Si bien es cierto que sus referentes son tan elevados que no resisten comparación y el espectador cada vez se conoce mas los posibles trucos de estos films, si podemos decir que Mindscape es la constatación de tres hechos que me parecen inapelables: Que Jorge Dorado se ha ganado a pulso con su debut en la dirección ser un cineasta a que seguirle la pista. Que el cine comercial español demuestra por enésima vez en los últimos años que no sólo es posible su existencia, si no que podemos hacer productos de gran calidad que no tienen nada que envidiar a Hollywood. Y por último, que estamos advertidos y nos podemos desenchufar de la virtualidad con mucho mas facilidad de lo que algunos creen.

NOTA: 7

jueves, 23 de enero de 2014

CRÍTICA: OTELO



Dice el famoso clown francés Philippe Gaulier sobre Stanislanski y su método actoral. "Ha convertido a los directores de escena en curas, que dicen: tú ahora debes sufrir, llorar como llorabas en el entierro de tu madre, acuérdate de tu madre ¡Esto es terrorismo y es lo que gusta a muchos profesores de teatro!" Si bien es cierto que el famoso método fue en realidad una tergiversación de "las escuelas de élite" no es cierto que en el mundo del arte dramático uno de los sistemas preferidos por (algunas) escuelas es esa metodología nauseabunda que prescinde de los derechos humanos a favor de un resultado actoral "óptimo".  Seguramente el Hammudi Al-Rahmoun Font director, comparte este punto de vista. Sin embargo, el mismo cineasta, visto delante de la cámara y mutado en un Yago postmoderno es harina de otro costal Y eso es lo que juega la película. Un documental que juega a difuminar la línia del mockumentary de tal forma que no sabes si lo que ves es real o no.

Todo ocurre en el rodaje de un film sobre el Otelo de Shakespeare. Una adaptación intensa, arriesgada. Con un director dispuesto a sacar el máximo de sus actores, sin escrúpulos morales de ningún tipo. El precio de la fama en apenas una hora de película. Cuchillo en la yugular para esos presuntos gurúes del arte. Sin aspavientos. El film nos presenta un triángulo amoroso donde los lados se fusionan hasta convertirse en uno solo escenario de tortura mental que nosotros contemplamos como odio y repulsión. 

Si bien, el escaso y concreto metraje y mensaje del film funciona como un reloj, quizá le falte ese arrebato y genio que tienen las grandes películas para que este "Dogville" sea una obra de calado. Otelo es contundente pero aún con su irreverencia es demasiado "correcta" en sus esquemas. Además, Yago engulle a las demás piezas del tablero y aunque el resultado es notable, bajo mi punto de vista el conjunto dramático queda un tanto desdibujado/desaprovechado.

Pero no por ello, este valiente film,no deja de ser un aviso a navegantes tan necesario para profesores como alumnos, como seres humanos que lo somos todos. Si bien es cierto que a Hitchcock se le atribuye la frase " Los actores son ganado", dicha sentencia no puede ser mas erróneo. Porque los actores, ante todo, como la totalidad de la raza humana, son personas.

NOTA: 7

martes, 14 de enero de 2014

CRÍTICA: THE GRANDMASTER

Wong Kar Wai es de esas personas que han nacido con un talento innato para esto del cine. Uno de esos elegidos con un mundo personal que nace a través de etéreas imágenes; que componen un cine suspendido en el tiempo y que se retroalimenta por mágico y puro azar. Una forma de brotar tan insólita como espinosa en ocasiones. Y tan difícil de adaptar para un público occidental aunque te llames Harvey y Bob Weinstein...

Eso es lo que han hecho los reyes de la industria de Hollywood con la obra de Wong Kar Wai, existiendo diferentes montajes sobre la aproximación del director de Happy Together a la vida del mentor de Bruce Lee. El que nos llega a España, aún respetando con mácula, tanto la esencia como las señas de identidad del hongkonita, predomina la acción. Si Wong Kar Wai nos había acostumbrado a plasmar romances con trasfondos históricos turbulentos, aquí la historia de amor habitual queda relegada a un segundo plano. Lo que aquí le importa el cineasta nacido en Shangai es otra cosa: un mosaico de la historia de China del siglo XX donde a traves del kung fu como leitmotiv vemos un pueblo dividiendose hasta las cenizas donde cada movimiento es una parábola pertinente. El de un mundo, el actual, que también se está haciendo añicos. Y donde los personajes se expresan a tortazos. Tony Leung como Yp man y Zhang Ziyi como Er Gong son los rotos protagonistas de esta historia sobre ambición, dolor y poder para conseguir transmitir un conocimiento que acabará caducando como las latas de piña de Chungking Express.

Lejos de la poesía mas ostentosa de otro maestro Zhang Zimou, Wong no realiza el gran espectáculo floral con artes marciales al estilo "circo de soleil”, si no una coreografía íntima como la alma oculta y reprimida de sus personajes como metáfora de las luchas. Un estilo minimalista que casa con el carácter onírico del director de 2046 con detalles preciosistas como la secuencia inicial; un combate en la lluvia para el recuerdo eterno y que evoca por atmósfera a una lujosa recuperación de su segundo film, Días Salvajes o el clímax que intentaron fallidamente los Hermanos Wachoswki en la saga Matrix.

La pena es que la parte final el film lleno de momentos llenos de maestría acabe perdiendo fuelle. Y lo hace por varios motivos: el puzzle cronológico que crea el cineasta acaba resultando tan fragmentado como desencriptable (el personaje de Chang Chen acaba siendo el mas perjudicado). El hecho que no ayuda a que la parte final recuerde tanto a Deseando Amar ya que el nuevo film sale perdiendo por agravio comparativo. Y que da la sensación en el último sintagma de este " The Grandmaster"  que el director no sabe cómo acabar la cinta. Porque que el genio del working progress ha tenido el rodaje más dilatado y confuso de su carrera; algo que irremediablemente se transmite en sus cintas y más que nunca en ésta. Eso si, ni Wong Kar Wai  ha perdido la esencia, ni el montaje occidental le hace un flaco favor a los demás (recomiendo visionar el montaje original del director de forma complementaria). Simplemente, es otra forma de conseguir hacer llegar al espectador (a veces de forma algo más fría de lo que debería) una historia sobre valores a la baja y la importancia de mantenerlos a flote, en un mar de corazones rellenos de anhelos. Y una de artes marciales espectacular, también. 

NOTA: 7

jueves, 9 de enero de 2014

CRÍTICA: LA LADRONA DE LIBROS

Liesel Meminger es una niña es adoptada por una familia de Múnich durante la segunda Guerra Mundial. Cuando su padre adoptivo Hans le enseña a leer, ella se propone una peligrosa tarea: robar libros prohibidos por los nazis antes de que desaparezcan para siempre. 

La Ladrona de libros es una novela transcrita al cine. Capítulo a capítulo.  Palabra por palabra. Con una aseada fotografía de Florian Ballhaus, una dirección artística muy cuidada y sobretodo una procelosa BSO firmada por John Williams. ¿Pero hay algo más?

Me explico. Considero que la literatura y el cine son medios distintos y que usan lenguajes diferentes a pesar de tener puntos en común. El primero lo hace con la letra, siendo un instrumento narrativo más reflexivo y empleando las palabras para que cocinemos los ingredientes en nuestra imaginación.  Siguiendo la metáfora, el cine ya esta cocinado y es en cierto modo un método mas obvio. No obstante, el celuloide requiere de un trabajo mucho más físico para llevar a cabo la visión que los responsables tienen del proyecto.

El director british televisivo Brian Percival junto al guionista Michael Petron deciden seguir al pie de la letra el texto original, obviando lo mencionado. Su intención es ser fiel al libro lo máximo posible, para respetar la memoria del fan acérrimo del bestseller. Pero bajo el punto vista de este humilde crítico, esa decisión implica varias bajas. Sin resultar aburrida, el film es demasiado lento en ocasiones, estático y reiterativo. Su carga emocional a pesar de tener grandes actores como Geoffrey Rush, Emily Watson o la protagonista de Sophie Nélisse a veces se hace más opaca y fría de lo que debería. I sobretodo el leitmotiv de la cinta acaba relegado a una mera anécdota que se antoja anti climática. Y eso cuesta cuando tenemos a un director elegante pero sin personalidad (con alemanes hablando inglés con acento)


Pero respondiendo al enunciado de esta reseña...si, hay algo mas que una cinta de bonito envoltorio. La adaptación de la novela de Markus Zusak tiene aciertos mas allá de su aspecto formal. Empezando por la propia historia que es una mirada curiosa a la Alemania nazi de cuna humilde y tan bien ambientada que directamente nos lleva allí como espectadores. Además, el relato está lleno de una pasión contagiosa por la prosa y su poder intelectual. Y un espíritu idealista en tiempos oscuros tan llena de romanticismo y honestidad que (casi) nunca cruza la barrera del melodrama azucarado o morboso. Y como he mencionado antes, la familia protagonista esta soberbia.


Conclusión: un film que se ve con agrado pero cuya adaptación excesivamente literal se antoja tan cumplidora como desaprovechada.

NOTA: 5


CRÍTICA: A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS

En un mundo del celuloide llena de joyas que nunca llegan a las salas. En un mundo de grandes músicos que nunca grabarán un disco. En este mundo gris de sueños encerrados en botellas que nunca se abrirán, ahí están Joel y Ethan Coen rompiendo una lanza por todos ellos. Lo hacen a ritmo de folk; fusionando en un bucle cotidiano una semana de un músico superviviente: un náufrago anclado a un sueño llamado Lewyn Davis.

Los hermanos de Minnesota siempre se han caracterizado en sus inicios por mezclar drama y comedia; con una misantropía que le daba la vuelta al Hollywood clásico. Pero hace un tiempo que la negrura de su cine ha impregnado su obra de tal modo que hasta las comedias más locas como "Quemar Después de Leer" destilan esa fatalidad. Sin embargo, el antecedente más cercano a este nuevo punto cero es mas bien "Un tipo serio". Solo que ahora esa cotidianeidad es aún mas descorazonadora que la pérdida de identidad del hipocondríaco Larry Naidus. La que hoy nos ocupa es una desfragmentación del ser suspendida en el tiempo, que subyace en el lamento cantado de un antro; y que lo hace bajo formas felinas de carácter magistral.

Los elementos para crear esta prodigiosa evolución de su cine al mito bartonfinkiano son: Oscar Isaac, actor protagonista y loser fantástico en este extraño ¿musical? que se toca en acústico. La dolorosa y luminosa Carey Mulligan, capaz de propinar sentencias, tan duras como hilarantes como la propia vida. Secundarios de la talla de John Goodman, un Justin Timberlake que demuestra una vez mas que es actor y un F. Murray Abraham capaz de destrozarnos con la cruda realidad. Y unos directores que no solo tienen voz en sus guiones si no en su dirección; donde pintan cada plano gris con una sonrisa de pesadilla.

En definitiva, otro concepto de dramedia. Que empieza con estremecedor inicio y que prácticamente no afloja hasta la clausura. Que deja el corazón roto como cuando Dylan cantaba en sus primeros outtakes. Pero en este caso, aún duele más que los llantos de. Robert Allen ZimmermanPorque en el fondo, el espectador sabe que cada uno de nosotros lleva en brazos un gato. Y esa es la verdadera de magia de estos Coen que han venido otra vez con más fuerza que nunca.

NOTA: 9