Recuerdo perfectamente cuando vi el Guernica de Picasso en el Reina Sofía de Madrid. He de confesar que antes de eso, todo lo abstracto me tiraba para atrás. No me llegaba. Es más, había visto muchas veces el cuadro en fotografía o en el cine pero a pesar de conocer su simbolismo, las imágenes no me decían nada. Así pues, cuando entré a ver el cuadro no fui buscándolo y casi me lo encontré por casualidad. La imagen del cuadro me dejó un impacto tremendo. Su enormidad, sus formas, el blanco y negro…me generaron una serie de sensaciones embriagadoras. Su angustia me atrapó y desde entonces (de eso hace unos años) pocos impactos recuerdo tal como el que tuve al ver ese cuadro. ¿Por qué recuerdo toda esa batallita? Pues muy fácil. Fue una de las primeras imágenes que me vinieron a la mente tras presenciar la última obra de Martin Scorsese, Silencio. Aquí no se habla de ningún bombardero, ni la Guerra Civil, no tiene nada que ver, pero salí con sensaciones muy similares. Porque ambas hablan de la muerte con todo su horror con una frialdad expresiva y contenida al mismo tiempo que me calaron muy hondo. Y las dos, como buen arte le plantean al espectador una serie de preguntas mas allá de la pura experiencia sensorial.
En el caso del film que nos ocupa, es la historia de los dos jesuitas que llegan al Japón a intentar difundir su credo. El film no tarda en poner las cartas encima de la mesa. Esto no es El lobo de Wall Street. Ni Uno de los nuestros, ni Gangs of New York. Esto es una película que mira mas que nunca a un cine que ya no se hace en USA y que cada vez es mas difícil ver. Una película lenta, dura, contemplativa, casi sin música, sin épica, que es la historia de un dolor callado, la mirada de un espectador que como nosotros siente la impotencia ante lo que sucede en la pantalla. Ese es el personaje de Andrew Garfield, en un rol diferente al de El último hombre, pero que le confirma como un extraordinario actor a seguir si sigue con esta racha tan interesante de proyectos y papeles.
El resto del reparto no le va a la zaga, aunque son Adam Driver, Issey Ogata y Liam Neeson los que más destacan. Podíamos hablar de sus magníficas actuaciones, aunque creo que aquí lo más interesante es la mirada del film: Un Scorsese que, tras dos décadas, adapta una obra cumbre de la literatura japonesa con la mirada de un hombre de fe que se hace preguntas pertinentes y no tiene reparos en articular un discurso a contracorriente en fondo y forma. Una obra que si bien en algún momento cae en alguna reiteración en el vía crucis del protagonista, acabó por hacer parecer su extenso metraje en casi un suspiro, al menos para un servidor. Pocas pegas más para este film que creo que puede gustar a muchos credos diferentes porque, al fin y al cabo, las preguntas que Scorsese plantea son universales. Sólo espero que le deis una oportunidad a este Silencio y que podáis comprender que, mas allá de la fuerza formal de sus imágenes, se esconde alguien que susurra un secreto a voces para que nos lo quedemos para siempre dentro de nuestros corazones.
NOTA : 9
No hay comentarios:
Publicar un comentario