Vistas de página la semana pasada
viernes, 21 de junio de 2013
CRÏTICA: EL HOMBRE DE ACERO
Superman es algo más que un cómic. Es un icono de la cultura USA, algo que quizá explique porque sobretodo en el resto del mundo su imagen no ha calado tanto en el resto de Europa frente a los símbolos marvelitas. Poco terrenal, frío como el quid que señalaron la mayoría de las críticas que recibió Bryan Singer; con su versión remix del personaje en Superman Returns.
Ahora, Hollywood plantea un reboot total. Una versión, en la que incluso la mítica sintonía de John Williams es substituida por los operísticos compases de la factoría Hans Zimmer (que aquí ofrece su peor cara). Donde además nuestro héroe no lleva calzoncillos por fuera. Y que no usa las gafas como una máscara de infalible resultado. Un superman 2.0.
Una historia en la que vuelve a hablar sus orígenes pero bajo el canon de su productor, Nolan. "El sustrato como forma de reinventar los iconos de la cultura pop, aportando densidad y dejando a la palestra el subtexto; que en sus anteriores incursiones centradas exclusivamente en lo lúdico habían dejado de lado."
¿Y como lo hace? Pues con un primer acto que parece un mix entre un 300 intergaláctico y Avatar; un segundo acto como si Terence Malick hiciera Transformers y un epílogo entre Roland Emmerich y el Dragon Ball mas hiperbólico. Parece que el monstruo Boo aparecerá en cualquier momento pero no lo hace porque la película carece de cualquier atisbo de humor. 3 chistes contados y al final, tan forzados como las relaciones entre los protagonistas, los cuales son invitados de piedra. Solo Russell Crowe, el carisma de Amy Adams o algun momento inspirado de Diana Lane sobrevive a la pirotecnia. Ni Cavill, ni Fishburne, ni Shannon ni Costner. Muy lejos de la brillantez expuesta por ases de la interpretación en la trilogía del murciélago.
Y es que la producción de Nolan es un espejismo. Quiere ser un film de la escuela del director de Origen pero su falta de sutilidad y su búsqueda invesante de convertirse en maremoto épico y sensorial acaba por hacer fracasar la construcción de los personajes y la narración. Por mucho que quieran enseñar su grado de trascendencia, bajo la capa en esta ocasión sólo hay pose; no hay mensaje, ni nada. Falso. Algo que particularmente como espectador me produce las siguientes reacciones: primero me apabulla, después me deja indiferente y por último me aburre. Y un servidor llega al punto que no sólo añora a Richard Donner si no a Bryan Singer. Así pues, la decepción del año para un servidor. Lástima. Espero que ustedes encuentren más alicientes que yo en la propuesta. La verdad es que en esta ocasión la kriptonita no es el peor enemigo del héroe.
NOTA: 2
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario