Nadie podrá negar el empeño de Park Chan Wook en centrarse hasta el más mínimo detalle en cada fotograma. Impecable fotografía. Puesta en escena sublime. Su juego visual consiste en una gran variedad de planos, encuadres y juegos de luces. En detalles tan violentos como ampollas en dedos y tan florales como un campo de trigo o un ramillete de lirios blancos. Y una superposición de diferentes flashbacks como una matrioshka narrativa que es puro orfebrería. Sí, todo esto ahí. Incluso su edición de sonido desgarradora. Pero... ¿y el guión? Pues previsible, hasta decir basta. Y es una pena porque aunque la evolución del personaje en el libreto de Wenworth Miller es mas esquemática que lo debería y ni Mia Wasikowska puede salvar de la autoparodia y su acartonamiento que cae muchas veces en la película; aunque Park Chan Wook use el cinismo en mas de una ocasión para redimir su rigidez narrativa. No parece suficiente.
Así pues, Stoker es una pelicula tan buena como el guión se le permite al cineasta. Riddley Scott decía que un director era tan bueno como la historia le permite serlo. En este caso, es así. Y es una lástima que no lo sea más. Pero si miramos el vaso medio lleno podemos decir que Park Chan Wook no se ha vendido por el emporio de Sunset Boulevard. Y que de ser así nos puede dar grandes muestras en el futuro. Esta no lo es, pero no es nada desdeñable. Ni mucho menos. Pero no está a la altura de un director con tanto potencial…
NOTA: 6
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