Vaya por delante la afirmación que creo que Sofía Coppola es una
buena directora. La hija del director del El Padrino sabe manejar los
recursos visuales y el oficio de realizador para contar una historia. El
gran problema es que en esta ocasión, no tiene relato alguno en su film
si no que es una forma (contenida, eso sí) de practicar el onanismo de
su universo personal. Dicho de otro modo, Sofía Coppola es una mujer de
familia rica que ama el lujo, el Channel y la fama y aquí lo muestra,
sin esconderse de ello. Nada que reprochar a eso pero al margen de esta
declaración de intenciones... ¿Hay algo más? No, no hay nada más porque
parece que a la directora de Lost in Translation (visto su último
trabajo parece mentira que realizara esa joya) no le interesa.
Un grupo de adolescentes fascinados por las celebridades y el
universo de las marcas rastrean en Internet la agenda de las
celebridades para robar sus residencias. Sustraen por valor de más de 3
millones de dólares en objetos de lujo: joyas, ropa, zapatos, etc. Y de
eso va la película.
La primera hora de metraje se dedica a filmar a "Gossip Girls"
entrando y saliendo de casas de famosos sin mayor dificultad, probándose
sus ropas caras y sus complementos aún más exclusivos. El ineludible
conflicto moral se antoja terciario (para ser generosos), construyendo
el film en un falso flashback para crear una artificial y fallida
sensación de tensión. La última media hora es rutinaria, hueca y no
corresponde al hype que la propia película ha creado anteriormente. Da
la sensación de que Sofía ha querido hacer un documental de casas de
famosos y lo ha disfrazado de película. Ni siquiera los protagonistas
están definidos. Son puros arquetipos y, cuando acaba el metraje,
prácticamente no sabemos nada de ellos. Solamente la secundaria
roba-escenas Emma Watson está para salvar los muebles. Eso y la
capacidad visual de la directora que se antoja fría al no crear una
empatía y conexión con lo que está contando.
El humor está presente pero le falta mala uva y da la impresión de
que la realizadora no ha querido cargar las tintas con ese mundo tan
cercano al suyo. Todos son carencias y muy pocas virtudes para inflar
una anécdota y convertirla en largometraje. Esperemos que la próxima
ocasión, esta directora use su talento para contar algo interesante y no
un product placement de la ruta de las casas de los celebrities de L.A.
Si queréis verla, hacedlo con esa advertencia. Es la transliteración de
las revistas de moda a una pantalla de cine pero, según este crítico,
ese experimento no desarrolla un conflicto sólido con el que levantar
esa idea.
NOTA: 4
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