Eso es lo que han hecho los reyes de la industria de Hollywood con la obra de Wong Kar Wai, existiendo diferentes montajes sobre la aproximación del director de Happy Together a la vida del mentor de Bruce Lee. El que nos llega a España, aún respetando con mácula, tanto la esencia como las señas de identidad del hongkonita, predomina la acción. Si Wong Kar Wai nos había acostumbrado a plasmar romances con trasfondos históricos turbulentos, aquí la historia de amor habitual queda relegada a un segundo plano. Lo que aquí le importa el cineasta nacido en Shangai es otra cosa: un mosaico de la historia de China del siglo XX donde a traves del kung fu como leitmotiv vemos un pueblo dividiendose hasta las cenizas donde cada movimiento es una parábola pertinente. El de un mundo, el actual, que también se está haciendo añicos. Y donde los personajes se expresan a tortazos. Tony Leung como Yp man y Zhang Ziyi como Er Gong son los rotos protagonistas de esta historia sobre ambición, dolor y poder para conseguir transmitir un conocimiento que acabará caducando como las latas de piña de Chungking Express.
Lejos de la poesía mas ostentosa de otro maestro Zhang Zimou, Wong no realiza el gran espectáculo floral con artes marciales al estilo "circo de soleil”, si no una coreografía íntima como la alma oculta y reprimida de sus personajes como metáfora de las luchas. Un estilo minimalista que casa con el carácter onírico del director de 2046 con detalles preciosistas como la secuencia inicial; un combate en la lluvia para el recuerdo eterno y que evoca por atmósfera a una lujosa recuperación de su segundo film, Días Salvajes o el clímax que intentaron fallidamente los Hermanos Wachoswki en la saga Matrix.
La pena es que la parte final el film lleno de momentos llenos de maestría acabe perdiendo fuelle. Y lo hace por varios motivos: el puzzle cronológico que crea el cineasta acaba resultando tan fragmentado como desencriptable (el personaje de Chang Chen acaba siendo el mas perjudicado). El hecho que no ayuda a que la parte final recuerde tanto a Deseando Amar ya que el nuevo film sale perdiendo por agravio comparativo. Y que da la sensación en el último sintagma de este " The Grandmaster" que el director no sabe cómo acabar la cinta. Porque que el genio del working progress ha tenido el rodaje más dilatado y confuso de su carrera; algo que irremediablemente se transmite en sus cintas y más que nunca en ésta. Eso si, ni Wong Kar Wai ha perdido la esencia, ni el montaje occidental le hace un flaco favor a los demás (recomiendo visionar el montaje original del director de forma complementaria). Simplemente, es otra forma de conseguir hacer llegar al espectador (a veces de forma algo más fría de lo que debería) una historia sobre valores a la baja y la importancia de mantenerlos a flote, en un mar de corazones rellenos de anhelos. Y una de artes marciales espectacular, también.
NOTA: 7
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