Ha vuelto Walter Hill. Ha vuelto Stallone. Y con ellos, el cine de acción
de los 80. Esto no es un ejercicio de caligrafía mas o menos inspirada de los elementos que
hicieron resurgir el género de acción en la era Reagan. Es la continuación de
esos elementos que llenan la pantalla con sus tópicos péro una soltura, ingenio
y personalidad apabullante. Propio de los viejos rockeros vikingos como el
señor Stallone. Un buen riff de guitarra con balas, sexo, sangre y frases
lapidarias.
La premisa sigue los cánones de las histórias de venganza. Tras su
último trabajo, Jimmy Bobo (Sylvester Stallone), un implacable asesino a sueldo
de Nueva Orleáns, sufre un ataque inesperado por parte de Keegan (Jason Momoa),
que elimina sin contemplaciones a su compañero (Jon Seda). Con ansias de
venganza Jimmy se ve obligado a colaborar con Taylor Kwon (Sung Kan), un
detective de la policía poco partidario de los métodos expeditivos. Sus métodos
colisionarán en este buddy movie de aspecto rudo y sucio.
Sólo hay una forma de afrontar esta cinta. Entrar en su juego. Si no les
gusta ese tipo de cine adulto, no vayan al cine. Pero si les gusta, se lo
pasarán muy bien y este humilde cronista se la recomienda. Porque los
ingredientes están plasmados con gran solidez. Un ajustado Stallone en su rol
de siempre y rodeado de secundarios como Jason Momoa en plan némesis así como
Adewale Akinnuoye-Agbaje ( el señor Eko de Lost) o Christian Slater cuya
carrera no saldrá a flote con su participación en el film, pues su misión es defender un papel muy secundario para el antaño estrella de Sunset Boulevard.
Walter Hill, director de grandes obras del cine de acción en la década de
los 80 como "Danko,Calor Rojo" sabe reinventar lugares comunes para
que el ejercicio algo mas que un ejercicio de déja vu y tiene entidad propia.
Sabe imprimirle ritmo. Sabe llevar las viñetas de la pluma de Alexis Nolent, la
contundencia necesaria en el guión firmado Alessandro Camon. Con una puesta en
escena rocosa, de claridad expositiva y sin dulcificar. Y que las líneas
cínicas e inspiradas de los personajes suenen igual que los disparos en la
cinta. Definitivamente, sabe como explotar las cualidades de ese tipo de película
para huir de la mecanicidad que adolece en género en demasiadas ocasiones.
Con una neblina pantanosa lleno de balazos secos como sus escenas de lucha; capaz de romperte los huesos con cada golpe. Con un aroma a bourbon y fatalismo
noir condensado en sólo 90 minutos. Una bala en la cabeza no engaña a nadie. Hora y media de cine de evasión de instintos primarios. A mí me gusta ese cine y me ha encantado. ¿Que se le va a hacer?
NOTA: 8
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