La historia es sencilla. 24 horas en la vida de Niko, un
perdedor en el que le pasan mil y un infortunios en un limbo sin salida. Es
algo que en el cine actual hemos visto con mucha asiduidad. A propósito de
Lewyn Davis, Cuando todo está perdido...Son ejemplos de diferentes formas de
tocar esta única melodía que desgraciadamente parece la metáfora más
representativa de nuestro tiempo. En el caso de hoy, ( que recuerda a la francesa The Age Atomique por su onirismo noctámbulo y suburbano ) la cruenta historia de la
Alemania reciente, está presente con ecos de pasados que siguen sin cerrarse.
Pero no es un film sobre las huellas de un país si no de un joven de hoy en día
que podría ser de cualquier parte del mundo.
Este Niko que está interpretado
por solvencia por Tom Schilling atraviesa un mundo que navega por el nihilismo,
el humor absurdo y a veces por el lynchismo para radiografiar la juventud de
hoy. Esos jóvenes que tendrían que levantarnos y que no sólo están perdidos, si no que tienen que robar del plato
de los mendigos para pagar un café. Y, con recursos mínimos capta esa esencia
en su acotado metraje el realizador Jan Ole Gerster ; a través del compás jazzístico de The Major Minors y Cherilyn MacNeil donde a veces nos hace creer que estemos viendo una cinta de
Woody Allen. Parte de la estrategia de
mostranos que aunque la vida pueda ser una sombra colosal, también puede ser
una comedia negra misantrópica. Así que tomemos nota ante esta ópera prima.
Quizá el futuro de Niko no sea muy halagüeño. Pero del director de esta pequeña
gran cinta si que lo és…
NOTA: 7
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