Uno de los directores más interesantes de nuestro cine es Daniel Sánchez Arévalo. Desde su debut en 2006 después de Azul Oscuro Casi Negro, se ha especializado en darle entidad al que sigue siendo el género patrio más identitario, la comedia, siempre con un trasfondo amargo y reflexivo, hecho que hace de su filmografía de lo más interesante.
Sin embargo, Diecisiete prefiere volver por el camino de sus inicios ya que aunque no abandona la comedia, esta road movie carece del carácter de comedia festiva de films como Primos o La Gran Familia Española. La cinta trata de un drama entre dos hermanos con un tono emotivo pero amargo protagonizado por un reparto sin estrellas con Biel Montoro y Nacho Sánchez como los actores principales.
Biel Montoro encarna a Héctor, un chico insociable y conflictivo de 17 años, que se escapa de un centro de menores para vivir un delirante viaje por tierras Cántabras en autocaravana, acompañado por su hermano mayor y tutor legal hasta este consiga la mayoría de edad. La química de los dos personajes será base en la articulación de esta cinta modesta que reflexiona temas como la madurez, el fracaso y la familia.
Diecisiete no inventa nada pero tampoco lo pretende. La cinta se mueve en los esquemas del film de sobremesa pero bien defendido tanto por su director como por su cast. Además, el tono que le imprime el realizador, que navega entre la esperanza y el fracaso, le da personalidad al fin y busca la empatía. No obstante, considero que a lo largo del metraje la mezcla no me funciona siempre de la forma más orgánica posible. Hay ciertas situaciones que se me antojan forzadas o previsibles dentro del esquema del género que hacen que el film no vaya más allá. Aunque es justo decir que considero que tras un inicio interesante y un desarrollo algo dubitativo, su parte final nos presenta los mejores y más emotivos momentos del film en el mejor sentido de la palabra.
NOTA: 6'5
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