Una de las principales razones del éxito de la primera Frozen en 2013 fue el cambio de paradigma recuperando la fórmula clásica de las películas de Disney clásicas. En una primera hora redonda, la cinta presentaba las mejores canciones de Disney en muchos años con un sabor añejo a VHS de los 90 pasado por el filtro de la nueva animación digital y un ritmo trepidante. Acto seguido, con alguna leve caída de ritmo bajo mi prisma, llevaba la historia a un terreno inexplorado e interesante ya que confirmaba con plot twist incluidos la reconfiguración de los cánones del relato clásico de toda la vida; sin dejar de salir dentro de la fórmula familiar que tanto ha hecho por la memoria cinéfila animada.
De ese modo, Disney creó un icono de la diferencia y la emancipación, Elsa, que con su “Let it go” dejaba claro que Disney se adaptaba a los nuevos tiempos, creando un personaje diferente y único que rompía los arquetipos tradicionales que nos habían presentado hasta entonces. El resultado barrió en todo el globo y la secuela estaba cantada pero la pregunta…¿Qué harán con Frozen 2, la secuela? ¿Podrán mantener la esencia frozeniana?
La respuesta a estas preguntas es que Frozen es más que una digna secuela, concentrada en potenciar lo que funcionó en la anterior y seguir la fórmula creada en su antecesora, cuyos puntos más flojos para un servidor, derivan justamente de esa subordinación estructural a la cinta anterior. Aparte de su excelente acabado visual, la cinta se sustenta en tres pilares a modo de estratos: las canciones, los personajes (sobre todo Elsa) y el mensaje inclusivo dentro de los parámetros frozenianos. Y esto es justamente a su vez su talón de Aquiles. Tras un buen inicio, la cinta pone el foco más en los personajes que en la trama general y esta creo que acaba algo descuidada, como si fuera un pretexto para llevar los personajes a determinado punto; cuyas mayores sorpresas radican sobretodo un cambio de discurso que si bien creo que pertinente me parece pobremente explorado. Eso no significa que la cinta no sea entretenida (que lo es y cumple de sobra como entretenimiento familiar) pero es más musical de Broadway que nunca y menos de aventuras de lo que cabía esperar.
Parece que Disney consciente de las ventas del soundtrack de la primera Frozen ha puesto empeño en crear otra lista de hits y en eso hace un trabajo espléndido, si bien el intento por recrear “Let it Go” en “Show Yourself” es tan descarado que particularmente creo que le resta algunos puntos en ese sentido. La pregunta que nos tendríamos que hacer es… ¿Eso es bueno o malo? Depende de lo que prefiera cada uno, claro está. Personalmente, aunque adoro su recuperación del cine musical de la época de la Sirenita o Aladdín hubiera preferido una cinta más orgánica como el cine de la época de los años 80-90 que intenta emular.
Lo que sí estoy mas de acuerdo es en el papel que tiene la reina del hielo en esta secuela. No en vano, Disney es consciente de que amén de darle un sentido argumental a la franquicia, Elsa es el personaje con más posibilidades y la alma de la función; y si bien le da espacio a cada uno de los personajes, es a Elsa la que le da un trato especial. Y en ese punto, seamos honestos. Muchos temíamos que Elsa perdiera ese punto de irreverencia dentro del canon disneyniano, pero por suerte, la Elsa de Frozen 2 no ha perdido ni su esencia ni lo que la hace atractiva para el público. Y es que Elsa es alguien fuerte e independiente que se siente diferente y no se esconde de ello pero sabe que tiene que encontrar su lugar ya que a pesar de que en la cinta anterior logró la aceptación, sabe que necesita indagar más en su naturaleza para acabar de comprenderse más a sí misma.
Es por eso que el leit motiv de la cinta es su viaje. Una travesía personal que empezará como un canto a la diferencia como en la anterior (indagando en ciertos temas de forma algo más compleja) y termina desde un punto temática a revisitar el pasado; pero no a abrir heridas si no a cerrarlas y crear un nuevo punto de partida. Una evolución interesante pero que creo que queda a expensas de lo que sucederá en el futuro ya que Elsa puede dar aún mucha más de sí. Los productores ya han dicho que este será el segundo acto, así que habrá que ver de qué va el tercero…Por su parte, los demás personajes siguen una evolución más tradicional aunque reflejando los nuevos roles que ejercen actualmente en la sociedad, a excepción de Olaf, cuyo humor entre lo naif y lo absurdo parece aún bastante resistente a ser encorsetado ( aunque él nos diga que cuando seamos «mayores» lo entenderemos en la excelente When I get Older). Un ejemplo de esa mutación en las relaciones de pareja se encuentra en la de Anna y Kristoff cuyos conflictos amorosos son tan milenials en esencia como arqueológicos en forma. Esto se cristaliza de forma perfecta en la canción “Lost in the Woods”, una de los momentos más refrescantes del film, no solo por lo que refleja si no por su recuperación de su estética videoclipera de los años 80 y 90.
De ese modo, la cinta se resume a sí misma ya que Frozen 2 es una cinta que une pasado y presente para crear un futuro, que no sabemos como será, pero seguramente buscará sacar lo mejor de nosotros mismos; porque como canta Anna en otra de las joyas de la cinta, Disney sabe que después de esto viene «The next rigth thing»….
En definitiva, una buena secuela que busca al mismo público que la anterior, que si bien creo que es inferior a su predecesora, vale el precio de la entrada para disfrutarla con la familia para estas navidades.
NOTA: 6
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