Hay varios aspectos a destacar en la película. En primer lugar, el libreto que es la columna vertebral de la misma. El film se basa en el guión de una obra de teatro de Kemp Powers, algo que es fácil de detectar por que el planteamiento de la historia resulta muy “teatral”. Y eso podía ser contraproducente por muy atinado que estuviera el libreto original. Y es que, personalmente, no me cansaré de repetir que el cine es cine y el teatro es teatro. Y es que me ocurren muchos ejemplos de adaptaciones que se convierten en muy teatrales, ya sea por la forma de interpretar de los actores, o bien por el discurso visual del film.
Sin embargo, Regina King -en su debut en la dirección, ojo- salva perfectamente ese escollo. Y lo hace por varios motivos. Primero, porque primero se dedica a presentar a los personajes con tranquilidad y cómo es su relación en el mundo en el que viven. Y después, tras el combate que le da el título de campeón a Cassius Clay, plantea una reunión de 4 amigos en una discusión sobre el conflicto social de los 60 que, obviamente, crea un interesante paralelismo con la actualidad. Y para ello, tanto cuando la cinta le toca ser “más teatral” como cuando no lo es, la película juega a ser cine: En la puesta en escena, en la edición, en la fotografía de Tami Reiker y en sacar lo mejor del libreto y de sus actores, que están todos espléndidos -apuntad sus nombres de cara a la temporada de premios: Kingsley Ben-Adir, Aldis Hodge, Leslie Odom Jr. y Eli Goree-.
Y es que, sin querer desvelar mucho, voy a mojarme hablando del que creo que aparte de todo eso, es su mayor logro: El tono y su postura frente a los temas que aborda. Y es que trata de una cinta que empieza con aparente ligereza -de hecho, su metraje me pasó en un suspiro-, pero que poco se complica a través de la palabra, ya que, a través de sus diálogos, el film nos enseña a unos personajes humanos más allá de los mitos. Y es que, si bien la película no condena a sus roles, los muestra con aristas, y se cuida por reflejar distintos puntos de vista sin caer en el dogmatismo, algo que a veces el cine más activista (sea de la causa que sea) tiene la tendencia de caer. Es por eso que creo que es una propuesta tan interesante. Primero, por como trata el tema que trata, y segundo, por la ejecución por parte de Regina King -quiero ver más cine más dirigido por ella-y de todo el equipo para llevarla al medio cinematográfico, me parece impecable.
En definitiva, no os la perdáis. No todos los días se puede una ópera prima tan redonda.
NOTA: 9
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