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lunes, 16 de marzo de 2015

CRÍTICA: 50 SOMBRAS DE GREY

La fórmula de 50 sombras de Grey parece estar muy en boga en el Hollywood actual y más aún con los fructíferos resultados que esta conlleva. Dicho axioma se podría resumir con la dulcificación de temas "adultos" para un público adolescente (principalmente, femenino) usando los esquemas del folletín romántico y concibiendo dichos esquemas como operaciones mercantiles. Este es un fenómeno que ha empezado en la literatura (pasando por Stephenie Meyer, Suzanne Collins y ahora  E. L.James) y ahora se traslada al cine remarcando que, cada vez más, un producto es mas un concepto, más que una obra de arte en sí misma. Puede pareceros que a mí ese tipo de producto no me gusta. Os equivocáis. Del mismo modo que no rechazo ningún tipo de género por sistema, he de confesarme seguidor de la saga de los Juegos del Hambre, ya que creo que tanto a nivel dramático como a nivel filosófico y de desarrollo de tesis me convencen. Pero...¿Ocurre eso con este 50 sombras de Grey? Rotundamente no.

50 sombras de Grey me parece un film tan "correctamente" realizado dentro de sus parámetros como autoconsciente de los mismos y con una falta de conciencia que lo hace aún mas nocivo. Sin ir mas lejos, el príncipe azul de la historia declara que "la libertad es no escoger" y se queda tan ancho. Y es que me resulta imposible hacerme partícipe de tales principios reaccionarios y no percatarse de la forma tan viperina donde se coacciona al público (y a su vez a la protagonista) en una versión del capitalismo que más que nunca, se asemeje a forma de estado totalitario encubierto. Y eso es algo que ni el Michael Bay más extremista ideológicamente es capaz ni de insinuar. Así pues, que este artefacto de mass media que es Cincuenta Sombras de Grey sea el éxito, literario antes y ahora cinematográfico, me produce tristeza y miedo.

Dicho este aviso a navegantes, vamos a ceñirnos en el ámbito cinematográfico y como ya hemos apuntado antes, 50 sombras de Grey no lo considero un producto mal confeccionado. Es más, el gusto por la narración y el encuadre de su directora Sam Taylor-Johnson, me sorprendió gratamente. La realizadora aplica saviamente la estética de anuncio al film sacando partido sobretodo al estilizado mundo de lujo de Christian Grey, empezando por la primera escena del despacho (sin duda, lo mejor de la cinta antes que se destape la caja de Pandora) y más tarde en escenas como la de la reunión de "negocios".

Y luego, está Dakota Johnson en su papel de ingenua beata, como los que encarnaba Joan Fontaine 70 años antes, que cumple con creces con una notable interpretación como Anastasia Steele. Por su parte, Dornan da el pego como "rico intimidante", pero da la impresión que no es la elección de casting más acertada y da la sensación de hacer lo que puede. Pero los actores no són el problema de 50 sombras de Grey, sí lo es que, tras los primeros 40 minutos, todo se reduzca en un interminable tira y afloja por si Anastasia Steele accede o no accede a los gustos de Grey. Y eso lastra un universo donde sólo existen los 2 protagonistas y secundarios como Marcia Gay Harden son meras comparsas para alargar el metraje. Para colmo, su final sigue los cánones de esos finales abruptos , de naturaleza televisiva, cuyos cliffhangers esquivan darle un conjunto dramático mínimo a la trama.

Así pues, desde el punto de vista fílmico, para servidor, es un buen inicio con una actriz notable y una ajustada dirección y un desarrollo estoico incapaz de desarrollar su contenido, a la espera de que las secuelas vengan y vuelven a hacer saltar la banca. Si a eso le sumamos esa indisimulada intención retrógrada, imposible de alinear que justamente se descubre cuando el film empieza a flojear, nos encontramos con un producto que, a pesar de algunas virtudes, es preferible que no le deis una oportunidad, aunque el debate implícito sea, por otra parte, tan jugoso.

NOTA: 4

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