Se trata de una cinta que en tono de comedia dramática (o romántica, ya que está vertebrada en una historia de amor aparentemente imposible), que nos plantea la situación de la inmigración ilegal en Francia a través de los ojos de Samba, encarnado por un gran Omar Sy. Así pues repiten directores y protagonista en una historia que amén de repetir ciertos esquemas de su propuesta anterior se arriesgan por tener ente propio hasta aumentar la dosis de drama y huir del estereotipo o la repetición el rol de Omar, aquí un personaje más introvertido y corriente que el de la film previo de Toledano y Nakache.
El resultado da fe que los cineastas saben llevar el tono a lo largo del film, con una veracidad en la puesta en escena exenta de hipertrofia formal y verbal. Algo que es de agradecer ya que ante intelectuales que creen que representan a la clase obrera con su cine cuando solo se representan a sí mismos, sí podemos decir que el cine de estos cineastas es mucho más afín a su target y con la honestidad necesaria para este tipo de productos.

Una cinta con gags tan inspirados como el momento Coca Cola Light de los limpiacristales, sin duda lo más memorable de un film que nos habla de un mundo tristemente e injustamente divido por ciudadanos de primera o de segunda. Porque todos somos iguales y eso es una de las cosas que nos recuerda con convicción y una honestidad muy poco común, Samba de Éric Toledano y Olivier Nakache.
NOTA: 7
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