Nick Cave no es un artista corriente. Y por lo
tanto, no podría protagonizar un documental corriente. Sin embargo, si
este nombre no te suena, tranquilo. No hace falta ser un seguidor o
conocedor de la figura de este artista. El documental 20.000 días en la
Tierra articula reflexiones extrapolables a otros mitos del rock. De
ellos, es lo que va este híbrido entre cinta y reportaje, uno de los
films que dejó huella en el festival de Sundance este año, confirmando una de las líneas con más
fuerza de los últimos años en la evolución cinemática.
No obstante, es muy difícil hablar de uno mismo ya
que los personajes reales son los mismos del cine empezando por el
propio Nick Cave. Y 20.000 días en la Tierra es el autobiopic más
sincero que uno recuerda en mucho tiempo. No es una hagiografía. Nick
Cave no es retratado como ningún dios. Más bien parece un vagabundo
incómodo en su papel de estrella del rock que acepta con estoicismo
porque esa es su naturaleza. Su vida es crear, ser poeta y estrella.
Hacer canciones, grabar discos, hacer giras y otra vez a empezar. Y eso
que ha dejado atrás una vida de fracasos y drogas duras...
Y es que al final del film no sé os haréis fans de
Nick Cave, pero lo que si es seguro es que difícilmente querréis ser
como él. Sí, tendréis más preguntas que respuestas. 20.000 días en la
Tierra es el enigma de Nick Cave: Un gran incógnita con la que el film
querrá que resolváis a través de la obra del autor de Stagger Lee;
porque con esta película, los directores debutantes Iain Forsyth y Jane
Pollard demuestran que los artistas de culto como el australiano son
personas rotas que dejan sus pedazos en sus creaciones, con el fin de
que el público les ayude a reconstruirlos de nuevo. La pregunta es: ¿Lo
hacemos?
NOTA: 6'5
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