Diao Yinan es un director cercano y amable, a pesar de haber realizado una película tan notable como Black Coal y haberse convertido, por méritos propios, en uno de los realizadores más interesantes del panorama asiático y, por ende, internacional. Nos recibió cálido durante el pasado festival de San Sebastián, en una entrevista donde nos habló de sus orígenes como cineasta, de la industria cinematográfica china y, cómo no, del film que le valió el Oso de Oro en la Berlinale.
El director nos explicó sus orígenes en el mundillo del cine, concretamente en la Academia de Pekín: "En principio escribía guiones -como el de The Shower, por el que vine a Donostia hace ya unos años-, pero pronto me dí cuenta que quería tener el control sobre lo que escribía y que no me lo cambiase todo el director, creo que fue así como me convertí en cineasta y empecé a filmar mis propios guiones". Asimismo, también nos habló de la libertad que le permite el cine frente al teatro "he trabajado con actores reales en teatro pero el cine te da más libertad, pues tras hacer la película siempre puedes sacar más material (DVD, etc)".
UNA CIUDAD FRÍA Y MISTERIOSA
Ya centrados en la película Black Coal, Yinan nunca se hubiese imaginado que ganase el Oso de Oro, "a pesar que mucha gente me dijo que tenía posibilidades". ¿Cómo se le ocurrió adaptar el relato Wakefield, de Nathaniel Hawthorne?, le preguntamos. "me gustó mucho la naturalidad de la novela que trata sobre el problema de un hombre que se aleja del lugar dónde está. Era tan sencilla y tan natural la forma de expresarla que me enamoré ese relato y quise hacer una película". El problema estribó en conseguir financiación para este proyecto. Una vez hecha, uno de los elementos importantes es "esa ciudad pequeña de provincias, colorista y con mucha iluminación, pero a la vez, fría y misteriosa como esos colores de ojos que miran pero no transmiten nada", una ciudad que se convierte en el film en un personaje más de la cinta.
Estábamos intrigados de dónde proviene esa imaginería tan especial (como la imagen de unas manos en el carbón) y el director chino no nos lo acabó de desvelar del todo, aunque nos diera pistas: "son imágenes que desde mi infancia y, a lo largo de mi vida, me han quedado grabadas y que, al hacer un film, aparecen en un determinado momento". También quedamos fascinados de las cualidades de su actor fetiche, Liao Fan. "Somos muy buenos amigos y tenemos mucha afinidad. Además, su aspecto físico algo tosco me daba mucho juego para su papel", afirmó Yinan sonriente.
LA INDUSTRIA CHINA
También quisimos saber su opinión acerca de la industria cinematográfica china que se está convirtiendo, por méritos propios, en una potencia de primer orden en el mundo del séptimo arte: "Hay dos aspectos que rigen nuestra industria: más financiación y la participación de inversores extranjeros. Esta tendencia comercializadora puede hacer que los directores se dejen llevar por un cine más comercial o por seguir haciendo cine de autor. En este aspecto, a la industrialización del cine chino yo le veo más ventajas que inconvenientes: Pues si los directores de esta industria china pueden ser fieles a sus principios y, al mismo tiempo, evolucionar y aprender de las corrientes externas.
Además, me resulta difícil hablar de unas características propias y genéricas del cine asiático, quizás en un futuro próximo y con el aumento de la producción, quizás podamos sacar unos rasgos comunes".
REALIZACIÓN: JOAN BOTER ARJONA/EDICIÓN: SONIA BARROSO
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