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jueves, 8 de enero de 2015

CRÍTICA: ALGUIEN A QUIEN AMAR

Del mismo modo que cada persona es un mundo, cada país tambien lo es y por ende, su cultura e cine. Basta con hecharle un vistazo a las cinematografias japonesas, francesas o italianas para desgranar sus características, sobretodo respecto al empleo del lenguaje cinematográfico. En el caso de los daneses, su estilo pulcro, gélido y contenido es la forma de entender la narración fílmica. Una sobriedad que le sienta de maravilla a "Alguien a quien amar" en la que dicho envoltorio ejerce de precisa caja de resonancia para la historia; al acoplarse a ella con suavidad y elegancia. 

Justamente, es el relato lo menos especial de la propuesta, a pesar de su carga humanista. Thomas Jacob, un cantautor de fama mundial ( un cruce entre Joe Cocker y Nick Cave) regresa a Dinamarca para grabar un nuevo álbum y reunirse con la hija de la que se distanció. Ella le presenta a Noa, su hijo de 11 años antes de que sus vidas cambien para siempre....Como pueden comprobar, nada nuevo bajo el sol. Pero la emotividad de la historia funciona, sobretodo en los momentos dónde una cámara sobria pero precisa cierra el plano en los personajes para transmitir sus sentimientos de forma antropólogica o cuando los libera a la lejanía de sus cargas emocionales. Un sistema similar al que usó Fernando Franco en " la Herida" aunque estamos ante una cinta muy diferente..
Se trata de un ejercicio de estilo de drama al estilo nórdico donde sus rasgos mas virtuosos se ponen al servicio de una historia sencilla. El resultado dista de ser la octava maravilla pero es una lección de buen cine con un Mikael Persbrand magnífico, una historia "bonita" ( y para que negarlo, necesaria) con unos ajustados 100 minutos de metraje y una BSO de escandálo. 

¿Aún no se la ha vendido?

NOTA: 6,5

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