Vistas de página la semana pasada

domingo, 25 de enero de 2015

CRÍTICA: EL GRAN HOTEL DE BUDAPEST



¿Qué es el cine de autor? Un tema controvertido desde que realizó sus primeros compases cuando uno de los críticos más famosos y posterior cineasta, François  Truffaut estableció ese concepto al hablar en un séptimo arte donde el director es el responsable último y único de la película. Más allá de sus matices lo cierto es que dicha afirmación parece que ha sido aceptado por el imaginario colectivo como unos de los principales elementos del cine del autor. Y en el caso que nos ocupa parece innegable. “El gran hotel Budapest” es una película 100% Wes Anderson. El cineasta tiene un sello de fábrica que impregna toda su obra, y en especial, a partir The Life Aquatic, donde su sustrato logró una sublimación al trasladar ese contenido a su estética. A partir de aquí, el cineasta sigue con la misma visión del mundo y sin embargo, desde su incursión en “Fantástico Mr Fox”, parece conjugar mejor con unos estándares comerciales sin dejar de perder su esencia. Ese es quizá el hecho en el que ha convertido “El gran hotel Budapest” en la película más accesible de Wes Anderson, la más dinámica, la mas “espectacular” y más entretenida/divertida.


Dicha evolución se basa en inscribirse en el cine de aventuras europeas junto a un sentimiento de autoparodia potsmoderno que si bien siempre ha estado en la obra del director de Academia Rushmore, nunca había funcionado de la forma en que lo hace aquí. En parte a eso se debe por la extensa galería de actores de prestigio que se pasean dentro y fuera de esta lujosa casa de muñecas de botones violetas: Adrian Brody, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldum, Willem Dafoe, Jude Law…y así un largo etceterá encabezado por un magnífico Ralph Fiennes en estado de grácia. Su tándem con el botones indio convertirá casi sin querer  la cinta en una revisitación irónica del mito Hergué, quizá mucho más consecuente que el Tintín Spielbergiano.


Pero Wes Anderson no es un cineasta corriente y este film también huye al encorsetamiento. Su agrio final es toda una declaración de intenciones, algo que no es nada nuevo en el cineasta pero en este caso, se me antoja menos natural que otras ocasiones, tanto como ese flashback matrioshkal como el que se inicia el film. Aun así, es un film que cuando arranca nos proporciona los mejores momentos de un cineasta de los que dejará huella inequívoca en el séptimo arte. Y cuyo mérito, si hablamos desde un punto de vista artístico, es solamente suyo.

NOTA: 7'5



ESPECIAL OSCARS: LAS 10 NOMINADAS

El 27 de enero, Neil Patrick Harris presentará la gala de los oscars 2015 donde se dan cabida a las mejores cintas estrenadas en 2014 en USA, según la Academia. Desde hace unos años, se reinstauró un modelo discutible en que las nominadas a mejor película eran 10, en lugar del répoker habitual que convertía en las 5 elegidas en un paradigma de las modas de Hollywood, desde un punto de vista más intelectual. Sus rechazos habituales al cine espectáculo vuelven a ponerse de manifiesto este año a pesar de la variedad de las nominadas. Las cintas que aspiran al reconocimiento de la industria son films basados o inspirados en hechos reales ( ya sean biopics o films personales como Whiplash, Boyhood y Birdman ), cuya única nota disonante es el reconocimiento de la figura de un mundo artificioso pero a la vez tan estimulante como el de Wes Anderson en "El Gran Hotel Budapest". 

LA TEORIA DEL TODO

BIRDMAN

THE IMITATION GAME

WHIPLASH

BOYHOOD

EL GRAN HOTEL BUDAPEST




CRÍTICA: WHIPLASH

Con los dedos pulgar e índice, sostén las respectivas baquetas y empieza a marcar el ritmo de la orquesta. Toca. Sigue tocando. Y no te equivoques. Si lo haces, aunque sea lo más mínimo, prepárate para sufrir las consecuencias: Te humillarán, te abofeatarán o incluso que te pueden tirar una silla en la cabeza. ¿O es que crees que Charlie Parker no tuvo que pasar por eso para convertirse en Bird? ¿Crees que esto iba ser un camino de rosas, mequetrefe? El éxito es sacrificarlo todo. Pero el fin justifica los medios.

Damien Chapelle nos presenta este escenario un film que como el Cisne Negro de Darren Aronofsky, nos habla de los tortuosos caminos hacia el estrellato, pero aquí no hay ninguna compañía de ballet, sino un conservatorio. Chapelle usa mas el thriller y la comedia negrísima, en la que Terence Fletcher, un profesor con modales de Coronel Kurtz enseña a sus alumnos como si fuera una escuela militar. 

J.K.Simmons está mejor que nunca (que ya es decir, por eso ganó el Globo de Oro como mejor actor secundario), pero Miles Teller no se queda atras mientras se deja la piel (nunca mejor dicho) en un papel empujado a tocar incluso con los dedos rasgados a fin de cumplir su sueño.

La cinta se asienta en tres pilares básicos como no podría esperarse más de un film tan elemental como visceral en su premisa: Los 2 personajes (profesor y alumno) y un director/guionista que firma el libreto que, al igual que la muy diferente Grand Piano (film de Eugenio Mira que, sin embargo también construía el tempo musical como territorio de thriller al límite), muestra el sacrificio que el mundo de la música supone para el artista: Un lugar donde la moral no parece tener lugar o queda suspendida en el dilema.

Pero Whiplash es mucho más que eso. Es una experiencia. Como Gravity, Birdman o Avatar, pero hecha con menos dinero, una película pequeña, pero muy grande, que sabe usar los silencios, las tomas como si fuera una partitura incesante y con "grip" infernal. 90 minutos con un apabullante clímax de 15 minutos que te deja sin aire y ganas de bis. Un uso del montaje y el sonido que alcanza su cénit para una obra adictiva, cuyo único punto negro es que nos la sabemos entera. No, argumentalmente, no hay novedad. Una vez nos presentan las reglas de su mundo, la demostración física de sus tesis se convierte en el único leitmotiv de la cinta como si un film de acción espéctaculo se tratara.

 Pero...¿Y qué más da? Sigue siendo descomunal. ¿Cuántas películas te dejarán sin respiración? AHORA mismo en cartelera una que lo hizo nada más ni nada menos que en Sundance. Y se llama Whiplash.

NOTA: 8,5

CRÍTICA: LA TEORIA DEL TODO

Muy a su pesar, la figura de Stephen Hawking, amén de sus hallazgos científicos tan complejos por forma como poco mundanos, siempre ha sido un ejemplo de superación vital.  El hecho de que este físico se haya convertido en la eminencia que es en su materia, a pesar de su enfermedad, le da un valor añadido a la figura, de cara sobre todo a los que somos unos negados en el tema. Es por eso que este biopic está mucho más pensado para el público general que en los aficionados a la materia. Sobre todo porque el film está más bien enfocado en tercera persona que en primera como la mayoría de los biopics.”No en vano, "La teoría del todo" está basada en una novela autobiográfica de Jane Hawking acerca de su enamoramiento y convivencia con el “descubridor” de los agujeros negros; y así su visión es más popular que científica ya que vemos a Hawking a través de los ojos de ella y no de él, como suele ser habitual. 

Sin embargo, el film tampoco reduce a la ciencia a un mero macguffin, si no que la confiere su parcela de protagonismo, al conformar la pareja como un ente para luego ir desmantelando sus perspectivas en seres individuales y ofrecer una versión más contrastada del conjunto. El resultado es, en esencia, un melodrama romántico y una historia de superación "real" donde también convergen elementos de debates tan universales como la confrontación ciencia y fe, que ponen de manifiesto la necesidad humana de entender lo que le rodea de formas muy diferentes. Es justamente ese carácter atemporal, una de las claves del magnetismo de este film juntamente con el excelente dúo actoral en el que se erige la película, lo que la convierte en una cinta realmente mágica.

 Y es que aunque es innegable que "La Teoría del Todo"  nos ofrece una versión deliberadamente edulcorada de lo sucedido, (Como se pone en manifiesto sobretodo en los momentos más comprometidos del guión) , su fuerza dramática, sigue constante durante todo el ágil metraje y el melodrama nunca alcanza el sentimentalismo barato si no el de la ingenuidad del mejor cine clásico. A eso contribuye la dirección muy británica y aplicada de Marsh, pero básicamente, con lo que el film se apoya es en dos factores: Primero, en el montaje ágil que alcanza su culminación en su brillante primera hora. Y Segundo, como ya hemos mencionados en dos actores tan inspirados como Felicity Jones y Eddie Redmayre. 

Después de esa primera hora que reúne todos los elementos de su mensaje en una suerte de paralelismos perfectamente cohesionados, el film baja al listón cuando le toca navegar por "las sombras" y cuando piezas tan esenciales como el personaje de un menor Charlie Cox intervienen en el relato. Pero antes que nos percatemos, el film vuelve a retomar el rumbo de la mano de sus protagonistas y nos lleva a una estación término que reafirma su condición de feel good movie de forma más que convincente, a pesar de esos aspectos pantanosos, que pese a su tratamiento sagaz,  conllevan a que la película nunca acabe por retomar la magnificencia inicial. No obstante, creo que el conjunto tiene tanto “duende” como la melosa pero preciosa banda sonora de Jóhann Jóhannson  que acompaña el relato, que para mi, dicho ítem convierte el film en una de esas cintas, que si bien no son “perfectas”, sucumbirán con convicción al paso del tiempo.

NOTA: 8


sábado, 24 de enero de 2015

CRÍTICA: THE IMITATION GAME


Hablar de "The Imitation Game" plantea algunas cuestiones que es imposible obviar referentes a su fidelidad: La presunta libertad con el que se ha adaptado la vida de Alex Turing a la gran pantalla, no sólo reformulando ciertos hechos si no la personalidad del artífice de la computación moderna, lo que promovería un interesante debate de donde empieza la adaptación del libro de Andrew Hodges sobre el matemático y donde la invención; aún más cuando el retratado es un personaje real. No obstante, aquí vamos a extrapolar estos dilemas para desgranar todo lo acontecido en el metraje de este drama de Morten Tyldum y valorarlo como conjunto fílmico. 

Y en este caso, bajo este cronista, estamos ante un notable ejercicio que usa su naturaleza académica de procedimental  histórico para hablarnos sobre los mecanismos sociales y un personaje ajeno a ellos. Dicho rol encarnado por un magnífico Benedict Cumberbatch (arropado por un buen cast para la causa aunque más en segundo plano) plantea la interesante disyuntiva de, a pesar de ser capaz de descifrar la máquina mas indescifrable de la historia es incapaz de discernir los códigos de conducta humanos. El personaje posee un tipo de autismo de alto funcionamiento o el denominado síndrome de Asperger que lo convierten para sus colaboradores en un ser solitario, incapaz de relacionarse con los demás y  de aspecto frío y petulante. Eso cambiará con la ayuda de Joan Clarke (Keira Knigthley), una joven matemática que llegará al equipo no sólo para demostrar su talento descifrando el código nazi si no ayudando a Benedict a acercarlo al mundo "humano".

Esta es la base de "The Imitation game" que oscila en tres líneas narrativas, (su niñez, durante la guerra, y después) centrándose sobretodo en la segunda y revelando al final del film, que las anteriores sirven mas de apoyo de la principal que propias subtramas con hondura. Y es que a pesar de que todo queda bastante atado (amén de esos títulos explicativos finales a veces discutibles), dichas resoluciones se antojan como esquemáticas y manifiestan el gran problema del film. Querer abarcar demasiado. Cuestiones como la homosexualidad de Turing en una época en que estaba penada están plasmados casi de puntillas a pesar de su importancia debido a los esfuerzos que hace el film en centrarse en la historia de un hombre alineado del resto de sus congéneres y su evolución, dentro de los parámetros de su fisiología psíquica. No obstante, ese aspecto del film está tan bien tratado y el film resulta tan entretenido como clásico, al desarrollar por la vía british la dirección de Morten Tyldum acompañado por el reputado Oscar Faura en la Fotografía y la música de Alexander Desplat. Dicha combinación se traduce con un agilidad elegante, contenida aunque sin riesgos; que recuerda inevitablemente a la reciente "La Teoría del Todo" de James Marsh. 

Es justamente, esa circunstancia temporal, la que tampoco beneficia el film de cara al espectador. Los dos están cortadas por patrones muy similares y he de decir, que sin embargo, considero el film de Marsh ligeramente superior. No obstante, en el fondo son cintas muy dispares ya que aquí no hay romanticismo, sino algo mucho más difuso e igualmente interesante. Los sentimientos humanos articulados como algoritmos que se pueden conjugar de muchas formas posibles, y sin taras que los limiten más allá de su propia naturaleza.

NOTA: 7


viernes, 23 de enero de 2015

CRÍTICA: COHERENCE

Alomejor me llamarán loco, pero sinceramente, yo soy de los que piensan que el universo es un conjunto tan inexorable y cuántico como fascinantemente surrealista, como un visita al Museo Reina Sofía de Madrid. Es por eso que no puedo dejar de disfrutar como un profesor chiflado con premisas tan kamikaze como Enemy de Villeneuve y, en este caso, por la vencedora con toda justicia (para un servidor, claro) como el mejor guión en Festival de Cine Fantástico de Sitges 2013: Coherence, la ópera prima de James Ward Byrkit.
 
Mejor que vayan virgenes de su premisa al cine, pero si quieren saber un poco mas, ahí van unos apuntes sobre el film (cuyo estreno en salas tras Sitges 2013 sucedió...¡un año después!) En este caso, subimos a las estrellas, los algoritmos mas bellos e indescifrables del cosmos, para remontarnos al año 1923, en Finlandia. Es allí donde empieza nuestro relato cuando un cometa que surcaba el espacio hasta acercarse a una velocidad pasmosa a la Tierra provocó que un pueblo entero de Finlandia quedase totalmente desconcertado y desorientado, originando comportamientos muy extraños en sus habitantes. Sin ir mas lejos, se cuenta que una mujer de ese pueblo llamó a la policía alertando de que el hombre que estaba en su casa... no era realmente su marido. ¿Caprichos cosmológicos o alucinaciones cuánticas? Sin embargo, el film empieza décadas más tarde un grupo de amigos en Estados Unidos, deciden reuinirse para cenar y observar juntos un cometa al tiempo que uno de ellos recuerda el relato anterior. Lo que parece una leyenda sin fundamento, acabará siendo una realidad palpable...cuando la historia se repite con ellos como protagonistas.

Y es que, amigos, Coherence es una intriga claustrofóbica de física cuántica sobre las realidades paralelas. Ahí es nada. Un film nada fácil que se va enredando como un ovillo de lana partiendo de un grupo de amigos en una casa mientras pasa un cometa y que demuestra de nuevo, que en la era 2.0, la democratización de los recursos cinematográficos solo nos puede dar alegrias. Si bien es cierto que tampoco me parece un film perfecto...

Y es que, aunque el director estructura en exceso los actos del impro-show que dio pie al film, creo que a la vez se recrea demasiado en unos diálogos insubstanciales en una película interesante ( por supuesto) pero le cuesta horrores arrancar. Un film que con otro montaje creo que hubiera sido mucho mejor de lo que es pero tampoco no es nada desdeñable y que contiene sobretodo un inspirado segmento final.  Es ese final, cuyo clímax de intriga cómico-cósmica-cuántica, la que la convierte en uno de los films de poder mas sugestivos de los últimos años en el cine independiente (con elementos tan icónicos como esas linternas incandescentes y la cálida fotográfia de la casa), que, amén de sus limitaciones, tiene mas números para conseguir la etiqueta de culto.

NOTA: 7


CRÍTICA: EL AMOR ES EXTRAÑO

Existen aún muchos tabús en el cine. Uno de ellos, es la homosexualidad, cuya temática sigue aún muy anclada en el cine social e independiente y habitualmente tratado de forma estereotipada por el cine mas comercial. Y si ya hablamos ya del colectivo gay de mas de 50 años, parece no existir en la pantalla. Es por eso que " el amor es extraño" (presentada en la Sección de perlas de San Sebastián con una notable acogida del público) intenta hacer un dramedia clásica y amable de un sector tan poco tratado, es un filón mas que reinvidicable.Ira Sachs lo hace en este "El amor es estraño", que aborda de forma ligera la historia de una pareja de homosexuales en la última y atípica etapa de su vida.

El realizador emplea un tono amable, con un exceso de banda sonora, y da la impresión que desaprovecha el material que tiene entre manos sobre todo a su elenco protagonista: Marisa Tomei, John Ligthhow y Alfred Molina. Sin embargo, huye tanto del efectismo y trata de forma tan familiar cuestiones tan interesantes de acercar al mainstream que, sin duda, se merece una oportunidad. Además, el final apunta a que quizá sea la cinta mas de lo que parece y eso es todo un logro.

La historia empieza en la boda de George o Ben, en la representativa isla de Manhattan, una zona en la que ambos se han criado desde que eran realmente pequeños y que ahora ve como se unen en matrimonio tras casi 40 años de vida en común. No obstante, sus planes se verán muy trastocados llegado el momento y su salido del armario pública provocará que George sea despedido de su trabajo. Este contratiempo hace que la pareja crea conveniente marcharse a otro lugar más asequible para sus posibilidades económicas, lo que provoca su separación temporal al tener que mantener su idílica relación desde la distancia. Ben se desplaza hasta Brooklyn para compartir piso con su sobrino Eliot y su familia. Por su lado, George comienza una nueva aventura en lo que a la convivencia se refiere junto con un par de detectives que también se encuentran afrontando un romance algo complicado. 

Sachs filma con tacto un film muy clásico, que intenta evocar espíritu del drama familiar como Yasujirō Ozu, aunque lejos de dichos referentes. Si bien el cineasta de Memphis demuestra un buen gusto por el encuadre, por manejar el subtexto y de algunas decisiones de economia narrativa y poética, envidiable; también creo que su ligereza acaba por limitar la obra. Y es que el director de films como Keep the Lights On, plasma a veces un retrato tan pulcro como superficial que se vanaliza demasiado por dos motivos: El primero radica en su música. Y es que el film pierde el fuelle en cada imagen por culpa de la uso excesivo de banda sonora, demasiado melosa e intrusiva que parece mas propia de la etiqueta de "drama de sobremesa", algo que su dramaturgia mas sutil parece ir por un camino completamente diferente. Y el otro principal escollo del, por otro lado, entretenido film, es que da la impresión que se desaprovecha el material que tiene entre manos sobre todo a su elenco protagonista: Marisa Tomei, Alfred Molina y sobretodo un gran John Ligthow, que se encuentra desubicado en un mundo en el que parece que "no pinta nada".

Sin embargo,  la cinta huye tanto del efectismo y trata de forma tan familiar cuestiones tan interesantes de acercar al mainstream que, sin duda, se merece una oportunidad. Además, el final apunta a que quizá sea la cinta mas de lo que parece y eso es todo un logro. Ya que mas que una cinta sobre dos personajes del mismo sexo, en sus últimos compases se descubre un film mas solapado y aún mas interesante: uno que nos intenta dar una lección de vida al enseñarnos distintos tipos de amor. Un curioso paralelismo con Boyhood, que haria un buen programa doble sobre la importancia de los buenos sentimientos en este viaje apasionante llamado vida.

NOTA: 6

CRÍTICA: LA ENTREGA

Nuestra historia se ubica en Brooklyn. Allí, un solitario camarero (con los rasgos de un Tom Hardy en uno de sus mejores momentos en esto del celuloide) rescata a un cachorro de un cubo de basura. Sus problemas empiezan cuando aparece el dueño del animal, un hombre con problemas mentales que, además, está involucrado en una conspiración criminal que se planea en el bar en el que trabaja el camarero.

Parece hasta obligado recordar el nombre de escritor estadounidense Denis Lehane para realizar una crítica sobre este The drop y sus recientes adaptaciones al cine. Pero este humilde crítico, más allá de hablar sobre las calles estadounidenses, quiere hacerse del eco del cine negro añejo que recoge el debut USA de Michael R.Röskman.

¿Y cuál es ese noir del cuál bebe este "The Drop"? No, el de superdetectives privados como Sam Spade, o el agente de la Continental entre otros. Mas bién, el de historias contenidas, de gente corriente caminando por pasarelas oscuras y filmadas por Fritz Lang o Jules Dassin muy similar al de los "buzones" protagonistas. Aunque esta sea en color y en el nuevo siglo, el director se ha fijado en la meticulosidad de este tipo de cintas en el apartado formal (respaldada por un trabajo notable de Nicolas Karakatsanis) y la forma de mantener la tensión  en su desarrollo dramático.

Sin embargo, su principal escollo se encuentra en la evolución de los roles. Roskman retrata junto una paleta de grandes actores a unos personajes interesantes, pero de exiguo calado, tanto por los clichés del libreto como por el estancamiento emocional.

Sólo hay una excepción clara y por suerte es el protagonista. Tom Hardy hace suya la cinta con el lema: Menos es más. Si con la reciente Locke, nos dejó perplejos por su mimetismo sobresaliente, aquí vuelve a demostrar sus grandes cualidades por lo mínimo. El resto de cast, es decir, Noomi Rapace, Mathias Schoenaerts (ambos en San Sebastián con el director) y el desaparecido James Gandolfini, también está muy bien, aunque él es el caballo vencedor de la carrera, confirmando su enorme proyección.

Por lo demás, un noir acerado muy solvente, cuyas virtudes ya mencionadas elevan el nivel general de un film que pudo ser más, si, pero lo que es ya vale mucho la pena....Eso si, el premio al guión en el certamen donostiarra me parece un tanto excesivo.

NOTA: 6



CRÍTICA: BOYHOOD

Resulta complicado hablar de una cinta como Boyhood. Su concepción es única y su resultado final es asombroso, aun más sabiendo la forma en cómo se ha ido gestando. 39 días de rodaje distribuidos en 12 años donde Richard Linklater cuenta "en tiempo real", a través de algo más de 2 horas y media de metraje, la evolución de un niño desde los 8 años hasta que alcanza la mayoría de edad y va a la universidad. Lo hace huyendo del documental, -aunque describe la evolución de una década de historia reciente-, pero también del melodrama. Lo suyo es una tierra de nadie que ha cultivado como propia y en el que floreció tanto la trilogía romántica de de Jesse y Celine; como lo hizo anteriormente Dazed and confused;  donde un día también se convertía en el microcosmos de un grupo de estudiantes.


Lo más difícil era que el experimento fuera mínimamente homogéneo, debido al grado de "improvisación" que este proyecto kamikaze tuvo desde un principio. Y vaya si lo tiene...De forma invisible, con elipsis de quitarse el sombrero, otra de las cualidades de este film espléndido dónde, desde una sacrificada Patricia Arquette, un carismático Ethan Hawke y, sobre todo, los debutantes Ellan Corltane y Lorelei Linklater (hija del director), empiezan con sobresaliente y acaban con matrícula en materia actoral.

¿Dónde está el truco? Seguramente el director de Slacked se lo llevará a la tumba. Si bien es cierto que he de reconocer que sólo al final, el peso del nuevo Linklater, personalmente, creo que acaba lastrando un tanto el último tramo del camino. Es obvio que el cineasta de Houston, ahora no es el mismo de hace unos años, algo que ocurre de forma consecuente en el film. Pero es justamente ese pesimismo encubierto que hacía gala de "Antes del anochecer" que aniquilaba de forma soterrada su idealismo lo que menos me gusta de esta propuesta.

Un harakiri filosófico que aquí se vuelve a poner de manifiesto hacia el desenlace y que le añade algunos minutos que creo que aquí no hacian falta. Y aún cuando el director parece empeñado en subrayar el common life como única estación término de la vida...

Quizás sea la edad, pero lo que está claro es que el diálogo de espectador-película que le propone Boyhood al espectador es de los que viene a quedarse.  Van a reír. Van a llorar. Pero no van a mirar el reloj. Porque casi nunca se puede decir que una película es única. Y esta lo es.

NOTA: 9





sábado, 10 de enero de 2015

CRÍTICA: CORAZONES DE ACERO


A David Ayer solo le basta un minuto para marcar la esencia no sólo de su forma de ver las cosas si no
la de la forma que tiene de contarlas. El inicio mudo con el soldado montado a caballo llegando a un campo de batalla es toda una declaración a la platea. Del mismo modo que su policiaco es muy hijo de los 70 (incluso cuando usa iconos de los 80 como en Arnold Schwarzenegger en Sabotaje), su primer inclusión bélica también. Hija de cintas como "El puente de Remagen o de Uno Rojo: división de Choque, Corazones de Acero no sólo se convierte en la mejor cinta de David Ayer si no que en una de las mejores cintas bélicas de los últimos años. Y es que no sólo Ayer reproduce mecanismos añejos con gran virtuosismo si no que los lleva a su terreno, articulando una voz mas física que verbal.

Así pues, los discursos de Brad Pitt a su díscipulo Logan Lerman (el "ojo" del espectador) se resumen en frases simples tan contudente como las acciones que se desarrollan en pantalla y sus consecuencias. Un esquema similar al de, por ejemplo, Salvar al Soldado Ryan pero con un tono bien diferente. En Corazones de Acero no hay épica. Sólo pólvora, quemaduras, sangre, hierro y sobretodo un barro inhumano que lo inunda todo, incluso esos soldados, supervivientes del paisaje. La toma de conciencia de ese mundo no tiene coartadas intelectuales pero se antoja como una clarividencia atroz. Sin embargo, aunque el film prescinde de héroes, su retrato del pelotón protagonista tiene la complicidad del director y guionista Ayer jugando con su ambiguedad no sólo para beneficio de la historia si no para huir del estereotipo; en cuanto el film es, en realidad, una viril historieta de quiosco al estilo Hazañas Bélicas. Es por eso que la última película del actor y también productor Brad Pitt, es también es un entretenido film de acción sin descanso, una de "submarinos" en un tanque, y un film de personajes donde todos se lucen; sobretodo un excelente Brad Pitt y un magnífico Logan Lerman como el ingenuo Norman pero también con un gran y demencial Jon Bernthal, y unos quizá menos atinados pero igualmente notables Shia LaBeouf y Michael Peña.

Así pues, Ayer nos trae un film bélico tan aparentemente simple como complejo, tan adictivo com incómodo, reforzado por un nivel técnico en que destaca no sólo la visión sucio del director de fotografía Roman Vasyanov (que repite con Ayer tras "Sin Tregua") si no la banda sonora de Steven Price, que refuerza el sonido explosivo del Film. Pocas cosas que objetar, a excepción de algun leve apunte formal o de libreto, apenas borrones para un film cuya inscripción en el cine de género no le quita un ápice de qualité. Veremos si Ayer sigue este camino y mas cuando va a saltar en el mega blockbuster con un producto a la vez tan aparentemente afín como Suicide Squad, cuyas bases posmodernas pueden ser redescubiertas como en esta proeza fílmica de Shermans en combate.

NOTA: 8,5

jueves, 8 de enero de 2015

CRÍTICA: ALGUIEN A QUIEN AMAR

Del mismo modo que cada persona es un mundo, cada país tambien lo es y por ende, su cultura e cine. Basta con hecharle un vistazo a las cinematografias japonesas, francesas o italianas para desgranar sus características, sobretodo respecto al empleo del lenguaje cinematográfico. En el caso de los daneses, su estilo pulcro, gélido y contenido es la forma de entender la narración fílmica. Una sobriedad que le sienta de maravilla a "Alguien a quien amar" en la que dicho envoltorio ejerce de precisa caja de resonancia para la historia; al acoplarse a ella con suavidad y elegancia. 

Justamente, es el relato lo menos especial de la propuesta, a pesar de su carga humanista. Thomas Jacob, un cantautor de fama mundial ( un cruce entre Joe Cocker y Nick Cave) regresa a Dinamarca para grabar un nuevo álbum y reunirse con la hija de la que se distanció. Ella le presenta a Noa, su hijo de 11 años antes de que sus vidas cambien para siempre....Como pueden comprobar, nada nuevo bajo el sol. Pero la emotividad de la historia funciona, sobretodo en los momentos dónde una cámara sobria pero precisa cierra el plano en los personajes para transmitir sus sentimientos de forma antropólogica o cuando los libera a la lejanía de sus cargas emocionales. Un sistema similar al que usó Fernando Franco en " la Herida" aunque estamos ante una cinta muy diferente..
Se trata de un ejercicio de estilo de drama al estilo nórdico donde sus rasgos mas virtuosos se ponen al servicio de una historia sencilla. El resultado dista de ser la octava maravilla pero es una lección de buen cine con un Mikael Persbrand magnífico, una historia "bonita" ( y para que negarlo, necesaria) con unos ajustados 100 minutos de metraje y una BSO de escandálo. 

¿Aún no se la ha vendido?

NOTA: 6,5

CRÍTICA: FILTH (EL SUCIO)

Aviso para navegantes: Filth no es para estómagos sensibles. No es que el film sea el festival gore de Rob Zombie. Nada de eso. Es que es una radiografía delo peor del ser humano como especie; concentrada en un policía tan ominoso que a su lado Torrente es un bendito. Sin embargo, y aunque el film se vista de comedia salvaje (y de humor negrísimo) es más bien un estudio sobre la parte más repulsiva del ser humano (con un James Mac voy en el mejor papel de su carrera). Si, el chico de “El último tren de Escocia” tenía que apartar el mainstream USA y dejarse llevar por un escocés con ganas de dinamitar las mascaradas y señalarlas de forma dañina para mostrar todo lo que es capaz como actor; siendo el ojo del huracán de esta galería de imágenes de indignidad humana. El actor de “La desaparición de Eleanor Rigby” se construye en el barro y se pulveriza hasta los cimientos, dejándose la piel. Actuación demoledora, oigan. Una auténtica masterclass de acting.


No en vano, Filth (que en inglés significa “mugre”, no podría ser otra cosa”) es una adaptación de un texto del autor que inspiró Trainspotting y ese nihilismo está comprendido en esta catarsis fílmica de las que no se olvidan. Ya sea por el tour de force, por la cantidad de "mugre” en todas sus formas (sobretodo moral) que traspasa la pantalla y empapa al espectador, y sobre todo por ese viaje cuya estación término es el desnudo del mal; que queda en pelotas como un mero rompecabezas inacabado. Si como decía Burroughs en el Almuerzo Desnudo son de aquellos de los que buscan "diamantes en el culo de un cadáver", suban al nuevo tren de este texto nacido de la pluma de Irving Welsh y conducido por la alucinógena dirección de Jon S. Baird. 

Un recorrido que además del impío protagonista incluye un profesor loco  que habita en la perturbada mente de su protagonista (grande Jim Broadbent) entre muchas sorpresas en su galería de secundarios (Eddie Marsan, no digo mas). Sí, hay veces que querrán apartar la mirada de la pantalla. Pero creo que al final todas esas piezas de exceso forman parte de un fin encomiable. Así que ya saben, mi consejo es que se suban al ferrocarril desbocado de Filth. ¡Y que vayan preparados!

NOTA: 7'5

CRÍTICA: INVENCIBLE

Año 1936. El joven atleta olímpico Louis Zamperini se alistó en el Ejército de Estados Unidos, donde se convirtió en piloto de guerra. Durante la contienda, el deportista italiano sufrió un accidente en el Pacífico y se vio obligado a sobrevivir en una balsa, sin agua ni comida, durante 47 días, hasta que los japoneses le detuvieron y le convirtieron en prisionero de guerra y objeto de torturas salvajes.

Así pues, un argumento de superación carne de feel good movie hollywoodense con la que la actriz Angelina Jolie quería dar un golpe en la mesa artístico acompañado por lo mejor de la industria: el director de fotografía Roger Deakins, el compositor Alexander Desplat y un guión donde figuran los Hermanos Coen junto algunas jóvenes promesas británicas como Jack O'Connell, Garrett Hedlund y Domhnall Gleeson. Lo tenía todo de cara y durante gran parte del film, he de reconocer que me enganchó ese tour de fource pero, una segunda hora interminable, donde el film creo que entra en un bucle de nulidad dramática y maniqueísmo atroz hace naufragar el conjunto.


Algo que empieza con guión excesivamente inocuo cuyo rastro de los hermanos creadores de Fargo brilla por su ausencia, una falta de garra en la la parte actoral (el antagonista japonés le falta "carisma" de villano) y acaban en un exceso de metraje a una cinta dirigida de forma tan academicista como impersonal.  Y eso que el film empieza con una exhibición de Deakins en los cielos que nos hace soñar con un film bélico de la vieja guardia al estilo Howard Hughes para, después de un par de flashbacks bien insertados, empezar con la travesía del personaje al estilo "la Vida de Pi" aunque con camaradas de viaje mas humanos que el Sr Parker. Este segmento es justamente el mas completo del film, consiguiendo un dinamismo y una configuración (básica, si, pero efectivo) de los personajes. Además, la cinta contiene gran imágenes en el recuerdo con una paleta de colores limpios y luminosos que esperemos que al fin le den la estatuilla al director de fotografía de Skyfall. Y si encima, dichas imágenes están ilustradas por la música de Desplat es todo un festín sensorial...

Pero luego, creo que el film pierde el norte al llegar a tierra. Angelina Jolie decide contener la historia quizá para intentar huir de los clichés. Una decisión fútil ya que acaba cayendo irremediable en cada uno de ellos con una morosidad y un estancamiento ya mencionado que no llegan a ningún lado. Todo parece una larga transición hacia el final, un capítulo de relleno que convierte en artificial todo el "sufrimiento" visto en la pantalla. Una lástima ya que las peripecias del atleta italiano bien da pie a una gran  película de superación en tiempos de chaparrón. Sin embargo, creo que Invencible dista mucho de ser esa cinta pero ustedes verán si hay que darle la oportunidad al  “bigger tan life” de estas navidades. Aunque lo que aquí importa, es que el propio Zamperini con su ejemplo real ya nos ha dado una lección a todos. Y seguirla, películas aparte, es lo MAS importante...

NOTA: 4

CRÍTICA: BIRDMAN

En su cuarteto fílmico (Amores Perros, Babel, 21 gramos y Biutiful), Alejandro González Iñárritu demostraba unos claros signos de identidad. Su interés por hacer un drama de personajes extremamente trágico y pesimista donde el maniqueísmo desesperanzado de su visión del mundo afectaba a cada fotograma. Una particularidad que he de confesar que hacía que sus cintas se me atragantaran, incluso con las que demostraba su virtuosismo como director (el gran montaje de 21 gramos).

El súmmum llegó con la primera cinta sin Guillermo Arriaga con una Biutiful tan hiperbólica que a muchos nos pareció una parodia involuntaria de su cine y que recibió las peores reseñas de su filmografía. Un film que, tal y como vemos ahora en Birdman, supuso un punto de inflexión donde haría todo lo contrario que uno podía esperar del realizador mejicano más pesimista de Hollywood: Una comedia. ¡Y de "superhéroes"! En ella, un actor (Keaton), famoso por interpretar a un superhéroe icónico, lucha para montar una obra de Broadway. En los días previos a la noche de apertura, se enfrenta a su ego y trata de recuperar a su familia, su carrera, y a él mismo.

Bueno, y ahora una vez puestos en contexto, es cuando he de decir que Birdman me parece de largo lo mejor que ha hecho Iñárritu con diferencia. También es lo más opuesto a lo que había hecho hasta ahora, aunque muchos de los elementos que ya se desprendían de su cine, siguen vigentes y detectables en ésta, sin duda, que es una reinvención de su cine. Y un puñetazo a Hollywood, al star system, e incluso a la crítica y al público en forma de broma caústica y macabra.

Rodada a través de diferentes planos secuencias, que parecen uno sólo (algo indescriptible en una crítica, dirección estratosférica de planos y escenas imposibles, puro goce visual del genio de Emmanuel Lubezki). Es como si Iñarritu hubiera estado poseído por un Aaron Sorkin exento de la mayoría de su optimismo. Los walk and talk del reparto del film que forman parte del backstage de una adaptación teatral de Raymond Carver, recuerdan a los del creador del Studio 60, mientras que sus gags sobre el olimpo actual de Sunset Boulevard son un festival cinéfilo (Amy Ryan aparte, en el papel de ex que se sienta en el patio de butacas). Y es que los diálogos son tan inspirados como el elenco sobresaliente.

Todos están de matrícula. Michael Keaton hace el papel de su carrera en muchos sentidos y en todos sale victorioso. Emma Stone también esta como nunca, de tal forma que nunca vemos a la actriz de Magia a La Luz de la Luna, sino a la hija ex-drogadicta de la protagonista. Edward Norton está memorable con su actor de método irritante, así como Naomie Watts y Andrea Riseborough como las actrices de la función. Mención especial para Zach Galifianakis con el último papel que os hubieráis esperado de el "gordito de la saga Resacón" y cómo lo borda...

No obstante, para mí hay peros. Y es que en el fondo, obviamente, Iñárritu sigue siendo el mismo. Y aunque el film es divertido y te ríes, también existe el subtexto marca de la casa detrás de esos personajes torturados por la vida. Ese que gusta mucho a algunos y a otros como servidor, como he expuesto antes, no tanto. Y es que creo que las secuencias oníricas rozan el maniqueísmo de forma peligrosa y el final, deliberadamente ambiguo, me dan mucho de que pensar sobre lo que nos ha querido contar el mejicano pero…las cosas como son. Esta vez creo que el señor Iñárritu se ha marcado una gran película.

NOTA: 8,5

miércoles, 7 de enero de 2015

CRÍTICA: LOREAK


Todo empieza cuando un hecho rompe la cotidianeidad de la vida de Ane. La llegada de un ramo de flores en su casa de forma anónima. Un hecho extraño que empieza repetirse cada semana. Algo que empieza a despertar dudas y conjeturas en su entorno sobre el quién y el porqué. Un inicio fresco e interesante que crea expectativas en el espectador.

Entonces pasamos a la historia de Lourdes y Tere donde unas misteriosas flores también acaban siendo protagonistas de sus vidas. Ahí nos damos cuenta lo que es Loreak: historias humanas donde las flores y su simbolismo en la sociedad son protagonistas. Una buena idea pero con un desarrollo que bajo mi punto de vista se me antoja irregular (lo mejor es la primera media hora y después rara vez alcanza el nivel visto en el inicio).Y es que las conexiones y las actitudes de los personajes me parecen forzadas en ocasiones y demasiado supeditadas a la trama. Algo que también me parece que se traduce a nivel actoral, donde Itziar Aizpuru es lo mejor del elenco; (con un nivel de verismo y emoción como el que exige la historia) pero con otras interpretaciones menos perfiladas en una historia que requiere mucho de los roles/actores.

Lo que creo que no se le puede achacar a Loreak: la forma en el que los directores José María Goenaga  y Jon Garaño, plasman esta historia de mujeres: con tacto y sensibilidad. Unas cualidades que se traducen en una distancia formal tan bella (como ese plano con la cámara situada tras una ventana) como de respeto ante la intimidad de sus personajes. Es el mayor mérito de un film que con sus virtudes y defectos ofrece una interesante reflexión sobre las relaciones entre las personas y de palabras tan olvidadas hoy en día como perdón, gratitud, generosidad....Un film que vale la pena tanto como entregar un ramo de flores a alguien a quien te importe. Tan sencillo y la a vez tan valioso como eso. Así es Loreak.

NOTA: 6

CRÍTICA: BLUE RUIN

Los Hermanos Coen ganaron el oscar con una cinta que supuso cierta ruptura en su cine (mas viniendo de una dupla comercial cada una mas "fallida que el anterior). Cine negro muy físico, increíblemente austero y donde la trascendencia y el silencio eran protagonistas junto a un villano memorable encarnado porJavier Bardem. Sí, estamos hablando de No es País para viejos, cuya persecución de gato y ratón tiene mucho que ver con la del vagabundo Dwight, sobretodo en el enfoque que Jeremy Saulnier (quien dirige, escribe y firma la fotografia) le ha dado a este Blue Ruin. 

Ganadora del Premio FIPRESCI en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes en el 2013, la cinta dosifica e indaga lo justo en el leitmotiv del personaje protagonista. Un personaje marcado por un hecho traumático que vive sólo para la venganza y cuyo momento acaba de llegar. Cocida a fuego lento, la cinta se deja llevar por la contundencia de la imagen en este thriller low cost y clava varias imágenes de la retina por su dureza y convicción con la que construye un film bastante sólido; pero cuyo minimalismo a veces le agua un tanto la fiesta a su director debutante. El ritmo no siempre funciona (no aburre, pero si a veces tiene caídas de ritmo) y su austeridad parece querer insuflar el film de una importancia tonal que quizá debería esquivar. No importa. Aquí está el final griego donde toda la carne se pone en el asador y salpica a los espectadores. 

Y es que Blue Ruin  no solamente es una muestra no sólo de un talento incipiente si no de la capacidad autocrítica del cine USA. También es un signo palpable de como las voces de las nuevas generaciones de directores parecen tener pocos tapujos a la hora de mostrar su forma de ver las cosas. O dicho de otra manera y referente sobre todo al que nos ocupa: del mismo modo en que captamos la realidad, sin pátinas cinéfilas de lenguaje impostado de por medio. Así el film, en su naturalismo oscuro estremecedor, puede oler tanto a pólvora y a sangre, sin coartadas de manual, en esos films sorprendentes que demuestran que la democratización del empleo de los medios fílmicos, es la mejor noticia del cine en años.

NOTA: 7


CRÍTICA: LA SAL DE LA TIERRA

Hay veces que en este mundo de eruditos de cartón piedra que nos olvidamos el porqué se hacen las películas: El público. Puede parecer un concepto muy global pero nada más lejos de la realidad. Es el del público no se deja llevar por filias y fobias, que le da igual quien se siente en la silla de director (como mucho, quien se pone delante de la cámara). Llega al cine, escoge la propuesta que más le llama la atención del tríptico publicitario se dispone a ver una historia. Y en este caso, la historia está en formato documental; hecho que no le ha impedido que gane el premio de Mejor película del público en el 62 edición del Zinemaldia, sobrepasando en puntuación a los Relatos Salvajes de Damian Szifrón.


¿Y que tiene esta Sal de la Tierra que ha cautivado al público de la Concha? Un relato humano, cuya existencia, ya merece que se materialice en cinta para que todos la conozcan. Porque ya hace cuarenta años, el fotógrafo Sebastião Salgado que recorre los continentes captando la mutación de la humanidad y que ha sido testigo de los grandes acontecimientos que han marcado nuestra historia reciente: conflictos internacionales, hambruna, éxodos, etc...Un documento impresionante sobre la humanidad con sus luces pero también con sus sombras. Aparte de contarnos la historia de este fotógrafo portugués, poco necesita el film para enganchar. Las fotografías en blanco y negro del portugués ejercen de documento estático pero tan potente que causa fascinación cuando se junta con la voz en off del propio Salgado; que ejerce de figura omnipresente y de ojo de halcón de toda la humanidad. Poco más encontrarán en este documental pero es innegable que el documento gráfico funciona. Porque con ese macguffin, Salgado retratado por Wim Wenders como realizador del relato, nos da una lección de quiénes somos y donde podemos ir para ser mejores, con honestidad y sin maniqueísmo. Y es que a veces, una imagen vale más que sin palabras...La sal de la tierra: Oda a la imagen, una historia que se vende sola y un mensaje que por ser ortodoxo no deja ser necesario. Virtudes más que suficiente que incluso van más allá de lo fílmico...

Pero si uno se cierne a lo puramente cinematográfico, su falta de riesgo a mi me dejo algo insatisfecho. Podría haber dado para mucho más. El discurso todo el mundo se lo compra (otra cosa es que se aplique). Y si uno quiere mostrar información nueva es para sacar conclusiones nuevas, no para obtener los mismos resultados de hasta ahora. Una dicotomía que para mi le impide volar más alto pero cuyo vuelo creo firmemente que vale la pena.


NOTA: 6