¿Qué es el cine de autor? Un tema
controvertido desde que realizó sus primeros compases cuando uno de los críticos
más famosos y posterior cineasta, François
Truffaut estableció ese concepto al hablar en un séptimo arte donde el
director es el responsable último y único de la película. Más allá de sus
matices lo cierto es que dicha afirmación parece que ha sido aceptado por el
imaginario colectivo como unos de los principales elementos del cine del autor.
Y en el caso que nos ocupa parece innegable. “El gran hotel Budapest” es una película
100% Wes Anderson. El cineasta tiene un sello de fábrica que impregna toda su
obra, y en especial, a partir The Life Aquatic, donde su sustrato logró una
sublimación al trasladar ese contenido a su estética. A partir de aquí, el
cineasta sigue con la misma visión del mundo y sin embargo, desde su incursión
en “Fantástico Mr Fox”, parece conjugar mejor con unos estándares comerciales
sin dejar de perder su esencia. Ese es quizá el hecho en el que ha convertido “El
gran hotel Budapest” en la película más accesible de Wes Anderson, la más
dinámica, la mas “espectacular” y más entretenida/divertida.
Dicha evolución se basa en inscribirse en el
cine de aventuras europeas junto a un sentimiento de autoparodia potsmoderno que
si bien siempre ha estado en la obra del director de Academia Rushmore, nunca
había funcionado de la forma en que lo hace aquí. En parte a eso se debe por la
extensa galería de actores de prestigio que se pasean dentro y fuera de esta
lujosa casa de muñecas de botones violetas: Adrian Brody, Edward Norton, Bill
Murray, Jeff Goldum, Willem Dafoe, Jude Law…y así un largo etceterá encabezado
por un magnífico Ralph Fiennes en estado de grácia. Su tándem con el botones
indio convertirá casi sin querer la
cinta en una revisitación irónica del mito Hergué, quizá mucho más consecuente
que el Tintín Spielbergiano.
Pero Wes Anderson no es un cineasta corriente
y este film también huye al encorsetamiento. Su agrio final es toda una
declaración de intenciones, algo que no es nada nuevo en el cineasta pero en
este caso, se me antoja menos natural que otras ocasiones, tanto como ese
flashback matrioshkal como el que se inicia el film. Aun así, es un film que
cuando arranca nos proporciona los mejores momentos de un cineasta de los que
dejará huella inequívoca en el séptimo arte. Y cuyo mérito, si hablamos desde
un punto de vista artístico, es solamente suyo.
NOTA: 7'5